miércoles, 29 de junio de 2011

Haikus como una tira de chorizos


no ha empezado su primavera

cuando ya llega el otoño

del haiku


sangre de frutos rojos

que brota de la montaña fría

jugo de mora


embeleco para la garganta

y mortífera caricia para pulmones

sedientos de humo: ¿…?


impertinente bocanada

corta con aire rugoso

ese armonioso ir y venir del aire, la tos


tras un picante cosquilleo

con metralla de balas acuosas

el estornudo se dispara


la dicha si vence , lo que la constancia no alcanza

pregona el salmón, a contracorriente,

cuando elude las fauces del oso


a un niño en el quicio de la puerta

con la cabeza recién mojada

espera el sol para justificar su salida


como alergia al revés,

el vicio expulsa ganas

hacia adentro, sin saciarse


que mi mamá no se muera

que antes me muera yo

para recordarla siempre viva


una cama, un diván, una estera

una hamaca, una esquina y una acera

son las herramientas con que labra su oficio

el vago


la mejor forma del tiempo,

decía Borges de la música

y esta línea es lo único que se puede agregar


como sardinas apiñadas

también viajamos en un bus

de lata


muerta en vida, encerrada, hermética,

dentro de una cúpula de cristal

la rodaja de piña, se conserva


tirada en la calle, la mano de una muñeca rota

juega a esperar a una niña

que imagine su cuerpo ausente


profundo abismo es el piso a sus pies

tambaleante el mundo, sin donde asirse

y aún así, terco, el bebé da su primer paso


y no serán lo que son

y no son lo que eran

pero el tiempo no es medida,

para querer a los amigos


siempre es demasiado poco

nunca es demasiado

quizás es


yo, y esta manía

de no terminar

nunca lo que escrib


ella me borró antes, sin avisarme

luego me dijo: ya no te amo,

y con su adiós me entregó el borrador


y pensar que ahora

que por fin soy libre de esa tirana

clamo por las cadenas de otra


dame eso que quiero por capricho

y se me prohíbe por imposición

o si no, te hago un puchero


con mueca de dolor fingido

manoteo furibundo y llanto de cocodrilo

despertaré tu ternura a fuerza de compasión,

te grita la pataleta