jueves, 15 de marzo de 2012

Cuando a uno le da impresión


(un fragmento real)

-¿Algún problema señor agente?- Imagínate en estas, metido en tu carro, acabado de parar en un retén relámpago del Transito a medianoche. Justo por el sector desolado donde te sueles escabullir de la autoridad, a pocas cuadras de tu casa, a punto de coronar.  
- Los papeles del carro por favor.- Imagínate ahora al guarda de tránsito como te apetezca, pero imagínatelo pidiendo los papeles con displicencia, como quiera que te imagines esa sensación, pero con displicencia. Si no sabes lo que significa displicencia, consulta en el diccionario, o invéntatelo pero con displicencia ante todo.
-  ¿Pasa algo señor agente? Los papeles están al día… - le preguntas y le explicás al tiempo.
El agente se aleja de la ventanilla, haciendo caso omiso a tu frase. Mientras da unos pasos lentos en círculo, le murmura algo al radioteléfono y espera. Inclinando el cuello, acerca su oído al parlante del aparato. Sólo se escucha como respuesta unos mensajes nasales inentendibles, con mucho ruido en la transmisión. El agente voltea y da la espalda un eterno minuto. Y luego regresa decidido y con una expresión torva, levemente dibujada.
-¿Hay algún problema señor agente? Lo papeles están al día…- Le explicas otra vez, como rindiendo cuentas, haciendo énfasis en tu inocencia de lo que sea que conspire contra ti o de lo que sea que te estén acusando, como tratando de justificar una culpa.
- Pues los papeles sí, pero el carro no.
-¿Cómo así?, le preguntas por acto reflejo, pero sabes que la cosa no pinta bien.
- Mire, le voy a contar un historia- dice, y esta vez imagínate al agente con malicia- resulta que por este sector ronda un conductor, manejando lo que nosotros llamamos carro fantasma. ¿Qué es un carro fantasma, se preguntará ud? Y yo le respondo: Es uno de esos vehículos automotores que ya tienen sus añitos, pero viejitos y todo llevan su tiempo ruleteando y no paran, siguen dando vueltas por ahí, pasa de dueño en dueño, y de tanto venderlo, se pierde de nuestra central de información… 
- Si, -dirás- ¿Muy bueno todo eso, pero que tiene que ver conmigo?- Preguntarás algo molesto, pero contenido para no torear el hormiguero…
Y sin embargo, sin determinarte siquiera, el agente continúa…
-Resulta además que esta situación lleva por lo regular a estos autos fantasmas a que se tomen confianza. Se exceden en cometer infracciones al código de tránsito… Por ejemplo, aquí en el sector hay un carro que tiene como 68 fotomultas acumuladas por todo lo que se pueda imaginar… Desde pasarse semáforos en rojo a diestra y siniestra, pasando por contravías, hasta exceso de velocidad.
- ¿Terrible?- dirás fingiendo comprensión, tratando de lograr cierta complicidad, siguiéndole el juego para que te tire pasito si encontró algo anómalo contigo, si se enamoró de tí, si está pidiendo su serruchazo, o si, simplente, te la quiere montar...
- ¡Terribilísimo!- dice entonces el señor agente…- Pero lo más grave no es eso, lo más grave es por mucho que hemos tratado de rastrearlo con nuestras cámaras, cuando éstas lo ponchan, ya está cometiendo una nueva infracción para el ampliar el fajo de multas y se desvanece… hemos tratado de buscarlo por todos los rincones; no sabe los ingentes esfuerzos que hemos hecho para dar con el paradero de este moroso conductor y su auto fantasma, pero son realmente ingentes…
- ¿Sí y cómo lo cogieron?- preguntas interesado.
- Pues de la manera más boba del mundo… verá usted, el tipo simplemente cogió la derecha de la vía, de puro aventajado para tratar de adelantarse en un taco, y se encarriló solito al retén…
- Como quien dice que se metió en la boca del lobo.- le dices.
- Así mismo, entonces yo simplemente le pedí los papeles para verificar antecedentes por rutina... es más, estuve a punto de dejarlo pasar al ver ese carrito tan destartalado, pero más me pudo la costumbre que la compasión y llamé a la central por no dejar...  entonces me salen con qué, precisamente, este era el famoso carro fantasma que ya habíamos tratado de rastrear día y noche; el mismo al que le mandamos talonarios completos de fotomultas a direcciones equivocadas y nos aparece así: de papayita, sin mover un dedo. Cuando ya ni lo buscábamos, nos cayó servido en bandeja de plata... 
- ¡Ni el más de malas!    
- Eso digo yo, ni el más de malas. Así que le pido caballero, que se baje del carro, y váyase derechito, donde la compañera del fondo, que ella le va a entregar del prontuario de multas acumuladas, mientras yo le diligencio la respectiva retención de su vehículo.
 - Pero cómo así, yo no…- dices confundido, chapaleando, como cuando a uno le da impresión.
- ¿Su carro es TKE 763? Daewood cielo violeta, ex taxi, modelo 96.
- ¡Si!... Pues no hay más que de decir, me colabora tan amable y se dirige hacia la compañera del fondo que ella le va a iniciar el respectivo proceso… por favor colabore, caballero… Y muchas gracias, siquiera apareció porque ya me estaba creyendo que el carro si era fantasma de verdad… Con decirle, que para nosotros usted, aunque no lo conocíamos, ya era toda una celebridad... ¿Sabe qué mejor?
- ¿Qué, me va a dejar ir o qué?- dirás al advertir su simpatía- colabóreme que yo le colaboro- replicas, rozando la yema de los dedos en señal de que podrás ligarlo.
-¿Sabe qué?… voy a omitir sus insinuaciones, y no le voy a hacer esta infracción por intento de  soborno, pero sólo si se toma una foto conmigo…
- ¿Cómo que una foto?... ¿Otra fotomulta?…
- No ninguna fotmulta, una para el recuerdo… es que casos como usted no se encuentran todos los días. Tanta inconsciencia, tanto comparendo represado, yo todavía no entiendo cómo es que le dan el pase a gente como usted… Por eso venga hombre, relájese y échese a la pena que ya no hay nada que hacer… (Llamando a otro azulejo guarda de tránsito) Correa, Correa, vení y tomame una foto con este man… (Te enceguece el relámpago del flash de la cámara,  sientes la opresión en el hombro con el abrazo del agente) y luego…
-¿Adivinen quién es?- le pregunta el agente que te sostiene fuerte con un abrazo, al agente Correa que hace el fotoestudio.
- ¿Quien, yo a este no lo distingo, no tiene cara de salir en televisión?
- No sale en televisión pero es nada más y nada menos que el famosísimo conductor del carro fantasma de Belén.
- No puede ser…
- Pues es… Ya lo verifiqué con la central.
Entonces el agente Correa le pide a otro agente que les tomé una foto a los tres juntos. Vos en la mitad, por supuesto. Después los demás se acercan lentamente, todos vestidos de azul, intrigados por saber cuál es el rostro del conductor fantasma, por despejar esa incógnita por fin, que los tuvo en vilo y especulando mientras se represaban las fotomultas y se devolvían de domicilios equivocados. Todos piden que poses como una celebridad fotomultada para sus fotos, y te encienden a flashazos, con la misma cámarita digital que usan como evidencia de las infracciones y apoyan el levantamiento de sus croquis.  
De repente, el retén toma un ambiente festivo, relajado. Los carros que vienen avanzando en operación tortuga, aprovechan el descuido de los agentes para esfumarse silenciosa y rapazmente en otros carriles; deslizándose como luces en la noche. Con todos te tomas fotos, menos con ella. La agente de tránsito que te "a-guarda" para recordarte todos aquellos deslices y pecadillos que cometiste a hurtadillas, acolitado por las sombras de la noche y justificado por el afán, la premura, la adrenalina, la sensación de vértigo, el cansancio, el estrés y demás pretextos que surgen cuando te vuelas un semáforo en rojo, te atraviesas en una cebra, te robas una calle en contravía o te dejas llevar por la excitación que da hundir el acelerador a mil. Y todo marcha bien, pero allí están ellas, las cámaras, justo registrándote en el momento y en lugar en que piensas que nadie te está observando. Y te ponchan, justo en el instante en que como cualquier fulano no estás pensando en nada, no estás poniendo atención ni cuidado y por eso mismo estás rompiendo la ley.