lunes, 1 de noviembre de 2010

¡Rezad por la honestidad!


A Doña Virgelina, que me hizo acordar


Cuando yo tenía como 12 años era acólito de la iglesia San José de El Poblado. Cada domingo, después de misa de 7 de la noche, el padre Montoya nos reunía a los tres monaguillos en la sacristía.

Nos hacía vaciar las limosnas en una gran cesta de mimbre. Mientras él contaba la gruesa, a nosotros nos tocaba organizar el cascajo.

Como el cura nos había advertido que el que robara tan solo una moneda sería excomulgado, ninguno de nosotros se atrevió a ser condenado al fuego eterno.

Una hora más tarde, con las monedas ya organizadas en montoncitos pegados con cinta, el cura nos pagaba con recortes de hostia.

Luego, se quitaba la sotana y…

…el cura a su casa cural y nosotros a nuestras casas, igual de vírgenes como salimos.

Pero un día, cuando el cura se quitó la sotana se le cayó del pantalón un fajo de billetes. Los tres monaguillos nos miramos. El padre no se dio cuenta por echarse unos traguitos del vino de consagrar.

Yo le hice señas al del lado, como quien dice, cójalo usted, que yo como callado y ahí partimos los dos, pero el me miró como diciendo: No, mejor cójalo usted, que el que come callado soy yo.

Y en esas estábamos cuando el otro acólito cogió el rollo de billetes y se lo entregó al cura: Padre, mire lo que se le cayó…

El acólito compinche me miró esta vez y me dijo: Mucho sapo… Y yo le contesté también con la mirada: A la salida lo cascamos.

Pero el cura, mientras se embolsillaba la gruesa en el pantalón, nos dijo, con tono de sermón:

- Esa es la actitud cristiana muchachos, y que este acto les sirva a ustedes dos, como ejemplo.

Entonces el otro monaguillo, el compinche mío, le preguntó:

- Padre… ¿y usted por qué se está embolsillando esa plata… no pues que era pa lo pobres…?

Y el cura le respondió, con un tufillo ácido y penetrante:

- Recemos por la honestidad de este niño, para que con su ejemplo nos ilumine.

Nos dio un paquete de recortes a cada uno; al buen samaritano le dio dos paquetes, y nos despachó para la casa.


2 comentarios:

  1. jajaja, yo también pasé por ese oficio, tenía 8 años. Recuerdo que no volví porque rehué el vino sobre un montón de telas blancas de las que utilizan en semana santa. Ah, y recuerdo que el cura joven no daba ni siquiera hostias pero el cura viejo nos pagaba co billetes de 100 y doscientos. Tranquilos, yo no pongo eso en mi experiencia laboral.

    ResponderEliminar