viernes, 2 de abril de 2010

La Balada del Tigre (5)


5.

Como era de suponer, la fiesta de Jhony no era muy normal que digamos. Empezando porque era la celebración de quinces de un hombre. Pero sobretodo porque no se hizo en un salón social, como se acostumbra. Fue en la casa de Jhony, que quedaba frente al supermercado Éxito, en la concurrida calle 10.

Cómo era sábado y estábamos citados a las 8 de la noche, el sector, a diferencia de la ebullición del día, ya estaba desolado. Para entrar a la fiesta tenías que subir tres pisos hasta llegar a una terraza en obra negra.

La plancha de concreto, estaba decorada con instalaciones de luces de árbol de navidad, puestas de lado a lado, a manera de falso techo; cada cable adornado con un arreglo de bombas de colores, que le daban un aire de carnaval a ese mustio espacio de ladrillos sin revocar. Al fondo, un largo mesón con desiguales manteles de flores, donde aguardaba el bufet: con las viandas del plato frío.

Hacia un costado, una pequeña caseta de madera, iluminada con un bombillo azul. Allí, el tocadiscos, dos cajas de LP, un butaco para el disck jockey y la pista de baile rodeada por 4 bafles colgados en los postes del kiosko de tejas plásticas.

Cuando llegamos el gordo y yo, nos recibieron tres enormes morenas, con vaporosos vestidos de flores, con mismas las figuras de los manteles, pero amplios como cortinas. Nos rodearon entre mimos y contemplaciones, con acento costeño. No pararon de jalarle los cachetes a mi hermano, mientras que a mi me despeinaban, revolcándome el pelo, como a un cachorrito.

Finalmente Jhonie se coló entre aquellas moles de carne, que nos asfixiaban con sus gordos cuerpos. Las ahuyentó, con regaños de “quinceañera” neurótica. Como Jhony estaba vestido de negro, era como ver a un cuervo churrusco espantando elefantes pintados de flores. Así que a las tías no les quedó otra. Nos apretaron y pellizcaron por última vez, y se fueron entre rezongas costeñas hasta sus sillas. A la espera de darle la bienvenida a una nueva víctima que cruzara esa puerta.

Agradecidos y agotados le dimos el regalo que le mandaba mi mamá, y corrimos hacia la parte más oscura de la plancha, donde ya estaban reunidos en corrillo: Tréllez, Pimienta, Conejo, Tunas, El Flaco, El Mono, El Ciego y otros más; todos vestidos con pantalón y camisa, como pequeños señores. Todos menos Tréllez que se mantenía con pinta de futbolista y tenis viejos sin medias.

Al vernos nos gozaron el pantalón bagui, los zapatos de charol, y el conjuntico de camisas iguales, una roja y otra azul. ¿Dónde van a cantar?, dijo Tréllez. En los quince de tu mamá, respondió El Gordo y nos echamos a reír.

Como no llegaba nadie más, las tías empezaron a poner discos de vallenatos y a bailar solas. Mientras que nosotros, algo tensos y sin nada de que hablar, nos preguntábamos qué le regaló tu mamá a Jhony: Un saco cuello de tortuga, la mía también, la mía una pijama manga larga, con cuello alto y la mía otro saco. ¿Y la tuya, Ciego?... una crema muy buena para las cicatrices que mi mamá trajo de Curazao, (nos reímos) pero no me gocen, yo le dije que yo no iba a llevar eso pero, ¿quién le dice que no a mi mamá?... antes, ojalá que no destapen lo regalos ahorita porque que pena. Y ustedes… Tréllez, Pimienta y conejo, ¿los tres primos qué le dieron? El uniforme usado de “Los Redondos”, -el último equipo de fútbol del barrio-. Ea, que amarrados… cual amarrados home, lo lavamos con jabón azul y quedó como nuevo. Y al menos no le dimos el mismo cuello de tortuga, partida de repetidos. Y vos Flaco: Yo le di un collar de arepas y un cinturón de morcilla, en una caja de regalo. Quiero ver la cara que va a poner… Uy no, que no abran los regalos, volvía a pedir el Ciego, nervioso y sudoroso.

Si esto sigue así nos vamos, me sugirió el Flaco. ¿Y para donde? Para la fábrica de vino en la 14. Uy si que caspa, aquí no dan ni agua… Jhony nada que aparece y las tías no dejan de mirarnos mientras bailan solas. Ni se le ocurra mirarlas, que te sacan a bailar. Ah pero yo no sé bailar. Eso es lo peor, dicen que te van a enseñar y se ensañan, advirtió Pimienta. El último 24 diciembre no soltaron a Conejo hasta la madrugada y le salieron ampollas.

Era cierto, en sus miradas de basiliscos adivinabas sus intenciones de apretarte contra sus carnes y ponerte a bailar hasta quedar apestado como un pollo. Así que nos dedicamos a esquivarle la mirada a esas tres medusas parranderas.

Usted se preguntará, si ninguno de nosotros sabía bailar, ¿a qué íbamos a un baile? A lo que vinimos, dijo Balín, el Negro y Juan cuando llegaron con una botella de tres patadas camuflada. Entonces todos a tomar a escondidas, aprovechando alguna distracción de las tías o mandando a Conejo a que las entretenga, que luego le dejamos.

En esas por fin se digna a aparecer Jhony, que se la ha pasado todo este rato llamando por teléfono a las chicas para que se apuren.

Al vernos tomando el bagazo de vino, de boca en boca, a pico de botella, Balín le ofrece a Jhony: felices quinces. Pero él no puede tomar ni una gota de alcohol. El diciembre pasado, un tío le dio trago y al otro día se le rajó la piel cicatrizada. No puede tomar nunca más. Su ironía es vivir siempre festivo sin tomar una sola gota de licor.

Pero a él eso no lo intimida y nos ofrece ponche sin licor. Ni los más pequeños le aceptan, solo el Ciego le recibe una copita.

De pronto, llega Peter, con Marcel y Tavo. Al vernos amontonados en la esquina, mientras suena el Binomio de Oro, Peter no tarda en proferir: ¡Qué caspa! y de inmediato le propone a Jhony que ponga un caseto para animar la fiesta. Jhony se rehusa, alegando que ya vienen las niñas… Mientras llegan, decimos todos, o nos vamos… y entonces Jhony, sudorosos y preocupado por el fracaso de su fiesta accede.

Mientras Jhony convence a las tías de que se bajen a la casa y los deje poner algo música actual, el Gordo me recuerda la sugerencia de papá. Si solo hay hombres se devuelven. El gordo entonces comienza a pujar para que nos vamos o él se va solo. Gordo pero hay vinito… No, esa no esa una razón válida para él. El tío Norman le dio uno tragos en la casa de la abuela en semana santa, se acuerda que al día siguiente no se podía levantar del dolor de cabeza y no paraba de vomitar. Yo no vuelvo a tomar de eso, me dice categórico, al momento que comienza a sonar la estridencia de Slayer en el tocadisco.

Los amigos se animan, eso sí es música, vamos a poguear, pero el Gordo se asusta más, eso es metal, música satánica, yo me voy. Gordo no me haga pataleta aquí que no lo vuelvo a sacar… No, yo me voy… esta es una fiesta satánica, se obstina. Las tías al ver la algarabía de los chicos, bajan las escalas aburridas y renegando.

La fiesta es nuestra, grita Tunas, con los brazos extendidos hacia el cielo, en una ademán de victoria épica. Jhonie le baja al volumen al equipo de sonido en el canto gutural, pero Balín le sube… Jhony sufre por el destino de sus quinces y solo le replica: Bueno, déjelo ahí, pero lo cambiamos cuando las niñas lleguen… Si como no… dice Marcel… Y todos de nuevo a rotar el pico de botella. Hasta el Ciego se anima. Todos menos Oscar que no para de renegar, pero también toma Tres Patadas cuando se lo rotan. Bueno, nos quedamos, pero ojo me le dice a mi mamá que tomé… Qué va, el sapo es usted, es usted o me voy… Bueno Gordo, el sapo soy yo.

Jhony se va aparte, desconsolado, hacia una esquina, vencido como un boxeador. Mira hacia la calle, anhelante y melancólico, como quien espera a un viejo amor que no volverá.

Ya ha sonado medio casete. Muy animosos hemos hablado de películas de karate, de grupos de metal, de partidos de fútbol, de jugadores de la selección Colombia, de motos y de carros, hasta que la música cesa. Jhony hay que cambiarlo de lado, grita Peter, sin dejar de alegar que el Nacional es el mejor equipo del mundo. No. Pongamos un poquito de vallenatos, sugiere Tavo, el albino costeño y pelirrojo, extendiendo un casete que llevaba en su bolsillo. Oigan a este.

Jhonie entonces se acerca al tocadisco desmadejado, como quien debe cumplir una condena. Suena la canción. Súbale. Esta es la mejor, porque es la más pesada de todas, dice Peter, mientras el Gordo pelea con el Flaco para que no acapare más el trago. Gordo, no tome más que si mamá se da cuenta que llega borracho nos matan a los dos. Deje de ser sapo, me contesta malhumorado… y que viva el Nacional, dice mientras abraza a Peter.

Entonces Jhony, sintiéndose plantado por sus amigas, despechado y entregado a la pena se acerca a nosotros, le quita la botella al Flaco y se dispone a tomar. Eso es Jhony, dice Tréllez, anímese que esta es su fiesta, mijo.

Por poco y Jhonie sucumbe. Vuelve a agritar su piel quemada, de no ser porque en ese mismo instante entran las niñas: Diana, Paola, la otra Diana y Sandra las monas, Paula Pérez, Ana C, Sandra la costeña, Maritza y otras dos del barrio que casi nunca salen. Vienen acompañadas de Reynaldo, el negro que chuta con la espinilla y Jhon “arroz con huevo”; que siempre juegan voleybol con ellas.

Jhony se olvida de la música. Su cara se ilumina. Como buen anfitrión, corre a dar la bienvenida, y a recibir a sus regalo. Más sacos cuello de tortuga.

Desde la esquina oscura, todos nos ponemos tiesos y a disimular la botella de tres patadas. Al ver a las niñas con faldas, bluyines ceñidos, camisas estrechas, peinadas y retocadas con rubor, todos nos ponemos tiesos. Más rígidos aún, cuando Ana C se lamenta: ah que pereza, la fiesta es con esta músicaaaaaahhhh…

Eso ni riesgos… dice entonces Tavo, que se envalentona y cambia el casete por los vallenatos que trajo. Ey Tavo, ni se te ocurra, pero tan pronto suena el vallenato, las chicas se animan. Se ríen y nos derriten. Embelezados por ellas, ni Peter se atreve a decir: ¡Qué caspa!

Las niñas se agrupan como pollitas, bajo el kiosko. Ni nos determinan. Rey y Jhon llegan a saludar. Pero con más bronca que amistad los recibimos: Qué más galanes… Ellos notan la tensión en el ambiente, y no tardan en volver raudos donde las chicas. Eso, a volar, gallinazos, decimos nosotros entre dientes, envidiosos de que sean los amigos especiales de las chicas. Par de cacorros, decimos con más sorna, para sentirnos mejor, pero es inútil.

A los pocos minutos, las chicas beben ponche y ríen sin parar. El aventajado de Tavo, baila con Sandra la Costeña, mientras los demás nos hacemos invisibles,. Nos vamos sumergiendo en la oscuridad de la esquina de aquella terraza. Jhony les dedica toda la atención una por una, con melosería. El trago se agota, el gordo le da el último sorbo a la botella.

Al ver a las chicas tan cerca y tan lejos, quedamos abrumados por no saber que hacer con nosotros mismos, tanto, que muchos pensamos en seguir al Flaco para ir a la fábrica de vino; saltar del barco como ratas cobardes y ahogar con licor las penas de los tímidos.

Otra canción suena; un merengue y entre más bailable sea, más intimida a nuestro grupo que no sabe bailar. Dejen la pena y saquen a bailar, nos alienta Jhony, mientras baila con Diana. La mona lo rodea con sus brazos en el cuello. Mirá como baila la mona. Que rico. Es hermosa. Pero ni modo de hablar y de bailar menos.

Hágale que bailar merengue es de lo más fácil. El que sabe trapear sabe bailar merengue. Pero ninguno de nosotros sabe trapear. Y no obstante, Balín se anima, El Ciego se anima y sacan a bailar… Mientras que los demás seguimos conspirando para ir por otra botella de vino. Hasta que mi hermano pone el primer billete para la vaca, desafiante. A ver pues que la noche también se acaba.

El Flaco argumenta que con tragos en la cabeza hasta los más tiesos, los más arrítmicos, los más tímidos, estamos bailando en cuestión de media hora... y más sueltos, más diestros que Jhony que Rey y que Jhon juntos. Con trago van a ver de lo que somos capaces. Esos tres que no canten victoria porque van a estar echando pestes cuando las muchachas solo quieran bailar con nosotros, es más, ellas mismas nos van a sacar.

No dudamos. Todos a poner para la vaca. Tunas y el Flaco van a ir por el trago y mientras tanto vaya prestando bastante atención como baila Jhony, mire que trompo, para que baile así ahorita, ligero como una pluma y no le pise el pie a la muchacha, que eso si es fatal.

La fiesta entonces comienza a animarse, las tías suben con un par de primas de Jhony: Una, la morena, fea de cara pero espigada y crespa, con un culo portentoso. Una potranca. La otra, pelicastaña, curvilínea y coqueta, petit como los perfumes franceses y maliciosa con algo de mala clase como las bajitas. Esto se compuso. Pero a todos nos da susto la idea de que ese par portentos nos saquen a bailar impulsadas por Jhony, como venganza por el metal que le pusimos en su fiesta. Y nos acurrucamos más hacia la parte más oscurita.

Sin darnos cuenta, la fiesta ya toma sabor. Las tías, le “enseñan” a bailar a los más pequeños, ni el gordo se puede escapar. La música salta del porro a la salsa, del merengue al vallenato. Algunos de los más avezados, ya conversan con algunas chicas bajo el kiosko, y hasta Conejo ya bailó todo apretado con la prima bajita de Jhony. Pero la gran mayoría, somos cobardes que esperan ansiosos que el Flaco llegue para emborrachar la pena.

A ver si bailamos al menos la primera vez en la vida. Cómo no le paré bolas a mi prima Luz Helena, cuando me iba a enseñar a bailar, me lamento. Ahora estaría bailando, y pasando así de bueno como los del frente. Y nada que el Flaco llega. ¿Será que se voló con la plata?

En la siguiente tanda, las chicas tienen que bailar entre ellas porque los hombres no las sacamos. No nos atrevemos. Aunque Rey generoso trata de hacernos los cuartos, las dejamos plantadas en la mitad de la pista, por pena. Y nada que llega el Flaco, y ya parecemos maricas los que no bailamos.

No sabemos como justificarnos, ni como acercarnos ni que decir y es tan bochornosa aquella actitud, que ni tenemos la autoridad moral para gozarnos entre nosotros mismos.

Todos con rabo de paja, no nos arrimamos a la candela. Estamos tan graves que no tenemos ni a quien gozarnos, hasta que llega Piri. Con su único vestido de camisa caqui, sudada en las axilas, pantalón de dril gris y zapatos negros de colegio.

Entonces las chicas detienen su baile. Rey y Jhon lo miran con reproche. Las tres tías gordas se le acercan a Jhony, mientras fingen que bailan y le preguntan si lo invitó. Jhony asegura que no y se lamenta porque Piri se le va a tirar en la fiesta. Pero las primas, aún sabiendo la mala fama que precede a Piri, abogan por él y piden que no le hagan el desplante de echarlo.

Todos nos quedamos paralizados, mirándolo, recordando la sentencia de nuestros padres de no acercarnos a “ese pervertido” ni un centímetro o vamos a probar cuero en la casa.

La fiesta parece que se congela, todos miran a Piri mientras fingen que bailan y él no sabe que hacer, pero sigue parado en el limbo, entre los iluminados del kiosko y las sombras de la esquina. Nadie sabe que hacer y nadie hace nada, hasta que el Flaco aparece por detrás y saluda a Piri con efusividad.

Miren quien apareció… Pero que hace usted aquí en medio de la nada, galán, vámonos a la esquina que trajimos tres patadas.

Piri opta entonces por seguir al Flaco al lado oscuro. Se acerca inevitable mientras que Oscar y yo entramos en un dilema: Ahí viene el Flaco con el trago, pero tenemos prohibido estar con Piri. Ni modo de irnos hacia el Kiosko con las niñas, que susto, y menos sin trago cuando ya dimos la plata. Fresco, nos quedamos pero no le hablamos, le digo yo al gordo… ¿Pero si empiezan a hablar de cosas porno?, me pone a dudar. Entonces nos vamos. Tampoco podíamos juntarnos con Caliche y mírenos. Es verdad, pero si el Mono nos sapea otra vez, nos vamos a ganar una pela. Ay no, vámonos que aún hay tiempo de salvarnos de una pela doble. Pero ya tenemos una pela, que más da otra. Eso es verdad. Entonces que… ¿Nos vamos o nos quedamos?


Continuará…

2 comentarios:

  1. Hola Francisco, gracias de nuevo, lamento mucho no comentar antes... es que mi pc se descompuso y aun no le encuentran reparacion.

    Espero que estes muy bien ^^

    Mi pareja te manda a decir que le gusta como escribes y ahora ya no soy la unica seguidora, Te quiero mucho cuidate

    saludos

    Att: Señora de Cortazár

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  2. FRANCISCO!!!

    Por que me abandonas? acaso ya ni mis mensajes te motivan a dejar de quitarles el polvo a esas palabras que organisas y que placen a las personas que las leen???

    espero que escribas mas... esta historia me ha hecho penar, por no poder leerla completa.

    cuidate mucho, se bueno y feliz

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