miércoles, 20 de octubre de 2010

Inmundos


"Cuando Pedro habla de Juan, se sabe más de Pedro que de Juan"

Guy de Maupassant


... qué feos esos muñecos parecidos a bebés negros, (¿o habrá que decir afrodescendientes para no herir susceptibilidades?). Como se diga, son horribles esos bebés. Puestos en fila a lo largo del separador de la avenida.

Sembrados a la altura de las llantas de los carros que zumban indiferentes. Metidos en bolsas transparentes. Cerrados con un moño blanco, ya café de lo curtidos. Vestidos con camisita rosada o azul cielo, según el sexo para que lleve el que más le apetezca. El ombligo al aire y un pañal de figurines estampados. Descalcitos, rechonchos, con ojazos verdes o canela según el gusto, una sonrisa mal pintada y pestañas de marranitos.

Que bodrio esos negritos churrusquitos con pelo de cabuya. Industria nacional tenían que ser. Mírelos no más, contémplelos para que se aterre; con ese plástico chorreado y esa pintura regada… qué más se podía esperar de esa gente… Esos esperpentos a nadie le pueden gustar. No se reciben ni regalados. Hasta los pobres los deben rechazar.

¿Cómo a alguien se le puedo ocurrir hacerlos?, ¿Dónde tiene el gusto? Pero peor. ¡Cómo se le ocurre a esa mujer venir a venderlos en esta calle! Gastarse lo que no tiene en esas abominaciones. Gas. De lo feos son hasta lindos los desgraciados. Pero jamás compraría uno, ni en charla.

¿A quien con dos dedos de frente se le ocurre traerlos a este barrio tan exclusivo? Es que no sabe que aquí el mal gusto da alergia. ¿Será que si logran vender alguno? La verdad es que fijo no ha vendido ninguno en toda la semana, porque siguen arrumados ahí, cada vez más empolvados y sucios; empacados en esa burbuja de mugre plástica que no han visto un trapo en días. Yo lo sé por que siempre paso por ahí y me da pavor, porque no hay pobreza sino desaseo, como decía mi mamá.

Pero a esa mujer no le importa. Llega todos los días, con su bebé de verdad que es más grande que los negritos de plástico. Saca los muñecos del costal. Le limpia las bolsitas curtidas de smog, les habla con mimos. Y los consiente como si fueran sus hijos también.

Y para colmos, a todos ya les tiene nombre: Carlitos, Sarmiento, Angulo, Ardila, Lule, Santo, Domingo, Pablito, Escobar, Carlitos, Leder, Rodríguez, Gacha, Orejuela, López. Michelsen y otros magnates que seguro el viejo ese que vende los periódicos le ha dicho, para que le den suerte y atraigan el billete, dirá él. Viejo verde irrespetuoso. Deberían encerrarlo en un asilo, al subversivo ese… porque por dejar sueltos en la calle a gentuza como esa es que este país está como está… y por eso estamos así de jodidos…

Hasta donde puede llegar la demencia humana. A esa gente hay que ayudarla encerrándola en hospicios. No me dejés olvidar que tengo que llamar a Carlota Betancourt, que es voluntaria de las damas de la Buena Esperanza, para que mueva influencias y venga a llevarse a esa loca.

Porque ya estoy cansada de que corran los días y ver hasta en la sopa a esa mujer sin que nadie le haga el amague de preguntar cuanto valen. Porque si es por ella, ahí se queda, porque arriba de Chuchito no hay nadie, porque Chuchito no desampara al que se gana el pan con el sudor de su frente, porque los niños, así sean de plástico vienen con el pan debajo el brazo, como dicen ellos.

Con esa ilusión esa mujer no pierde la fe ni el impulso. Y contagia de alegría a su niño de verdad, y ese si que es un encarte… madre irresponsable, desnaturalizada, que se dejó meter el cuento de quien sabe qué cigarrillero vicioso… o a lo mejor de uno de esos desechables que andan rondando por ahí. Porque para andarse comiendo como animales si no les escasea el hambre a esos, porque para andar regando hijos a diestra y siniestra, como plagas, si tienen ganas, pero vaya y ofrézcale trabajo y verá lo que le dicen. Ahí responden con cuatro piedras en la mano y la insultan a una, como si uno les estuviera mentando la madre.

Hay que parar esta alcahuetería, porque así es que se la pasa esa vieja ociosa, sentada al lado del semáforo, soplándole en la barriguita al bebé de la mamá, sin pudor alguno. Y esa criatura que se pone rojo de la dicha, y goza mostrando las encías. Que ría ahora porque no sabe la vida de miseria que le espera.

Qué patético, que deprimente, que cuadro más conmovedor. Y aún así no alcanza para que alguien le compre un muñeco. Producen compasión, luego lástima y luego mucho pesar. Pobre gente aquella, llega a pensar una ya conmovida. Siticos ellos. Cómo disfrutan las cosas sencillas de la vida, como les sacan jugo al néctar agrio de la miseria. Cómo son felices con tan poca cosa. Quiera Dios que no permita que una caiga en esa lamentable situación jamás.

Pero que lástima ni que pepino cohombro. Que injusticia. A esa gente la deberían sacar de la calle. Que el gobierno les de vivienda de interés social, que para eso pagamos los impuestos y los mande a vivir a Pajarito, allá donde el monte da la espalda, lejos. Entre más lejos mejor, en las afueras de la ciudad. Mejor así.

Que les construyan otra ciudad para ellos solos, para que no tengan que venir por estos lados. Y a cada uno les den esas urbanizaciones de apartamenticos. Cajas de fósforos, no lo vamos a negar, pero peor es nada. Porque son un lastre para los contribuyentes honestos y responsables.

Que los manden lejos de por aquí para que dejen de invadirlo todo como cucarachas. Porque nada les vale: uno con ellos para afuera y ellos más para adentro.

Que se pueda salir a comer tranquilo sin que nos velen, sin que atraviesen esas caritas de compasión fingidas, esas manos estiradas, esas amenazas resentidas.

Que se vayan para poder disfrutar la noche; a ver si así dejamos esta paranoia de que en la parte más oscura hay alguno trabándose, esperando para atracar. Que se acabe este miedo de quedar inválidos, porque a una piltrafa lde esas le dio por clavarnos un destornillador por unas miseriables monedas. Dios no lo quiera. Bendito sea mi Dios.

Que los pongan a trabajar, sí, pero en el Centro. Que los arrumen por allá para no volver nunca. Que hagan batidas para los que no quieran producir, que vuelvan salchichas a esos gamines sacoleros, que se juntan para dañarlo todo como el comején, y le den cadena perpetua a esas viejas conchudas que se atreven a tocar diario el timbre para pedir limosna.

Que a los enfermos y loquitos se los entreguen a las monjas y los curas, que bien bueno viven y harto que ganan indulgencias con misericordia ajena. Porque esos curas la tienen toda; tanto que después de mantener a esa pobre gente, seguro les queda para seguir comprando camperos y fincas donde ponen a los acólitos a hacer genuflexiones. Todo hay que decirlo. En el nombre del padre, del hijo del espíritu santo, amén.

Sí. Que los saquen, porque afean el paisaje y lo hacen sentir a uno mal de lo que tiene. Lo ponen a uno de rodillas en la iglesia, con esta artritis tan tremenda sintiendo culpa de tener lo que el marido de una se ha ganado con el sudor de la frente... de otros.

Que los saquen. Que aprovechen ahora que ese alcalde tan pispo que tenemos, está arreglando las calles con jardineras todas hermosas, al estilo de Europa. Llenas de flores y guayacanes; que eso si es lo bonito de esta ciudad. Vías pavimentadas, lustraditas, como recién embetunadas con espacios libres de venteros y limosneros como en Miami.

Con esos edificios tan hermosos que casualmente está construyendo el papá del alcalde en la Milla de Oro. ¡De ataque! Y esas aceras amplias para los ejercicios aeróbicos que nos recetó el doctor Jaramillo, que es una eminencia en prolongar la vida de gente prestante.

Si señor. Hay que mantener en alto la imagen de la Bella Villa. Recuperar la ciudad de la eterna primavera para que nos sigan admirando como la tacita de plata que fuimos. Para que vengan los extranjeros y se amañen, para que atraigan a los inversionistas, porque gente de caché harto que nos hace falta en medio de tanto indio y negro de esos.

No esos guiñapos de mafiositos, carangas resucitadas de las laderas, que chupan y no sueltan. Gente maluca, que se nos están pasando a vivir al lado y se nos metieron en los clubes. Pachucos con el gusto dañado, que levantan esos esperpentos de edificios greco-caldenses y no dejan dormir con sus parrandas de viejas infladas de silicona.

A esa gente, es mejor tenerla de bien de lejitos. Porque no les tiembla la mano para matar ni la lengua para comer del muerto. Que los políticos negocien con ellos para que no den tanta lora, y hagan sus cosas pasitico… porque eso a fin de cuentas es platica circulando, qué nos vamos a decir mentiras.

No todo se lo pueden llevar los gringos, ni más faltaba. Eso sí, al corrupto que lo empalen y al traqueto que no le guste, que lo extraditen.

Y en la calle si hay que barrer con todos, pero con decencia. Hay que sacarlos de a poquito. Hacerles creer que los estamos organizando para que despejen y le den paso al progreso que se merece la gente de bien esta ciudad. Y lo hacen o nos largamos para Miami.

Ya no lo soporto. Acordame de llamar al municipio para que saquen a esa pobre señora del semáforo y a su niño, y a sus bebés negros, y todos los otros… Y que agradezcan porque les estamos haciendo un favor.

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