lunes, 1 de marzo de 2010

SI YO FUERA OTRO (Final)


Entonces comencé a colgar fotos exclusivas de niños de los semáforos y otros de sus amiguitos de barrios populares, posando en pelota en solares abandonados. Pronto la página comenzó a tener visitantes y al cabo de unos cuantos días, socios como conejos; la mayoría extranjeros que sienten no sé que extraño morbo por los niños pobres suramericanos.

Con este negocio descubrí que algunos ciudadanos del primer mundo son los más extremos. ¿Será el tedio de la opulencia?... en fin, el caso es que llegaron a exigirme fotos de niños en rellenos sanitarios masturbándose con basura. Esto te lo digo porque sé lo mucho que idolatras a esos bellacos y lo mucho que sueñas con irte a vivir al mundo “civilizado”.

Al poco tiempo, mis clientes comenzaron a demandar videos, y como el negocio estaba dando rápidos y jugosos dividendos en euros, invertí todo lo que tenía en la cabañita de Guarne. ¿Te acuerdas de la casucha que compré, rodeada de pinos, en la que tantas veces hicimos el amor al calor de la chimenea? Pues a esa casa viajaba en días hábiles con un equipo de realización de televisión. Me acompañaban un exfotógrafo de eventos sociales, quinces y esas cosas, muy periquero él y sin escrúpulos, acompañado de un muchacho de mala pinta, alcohólico y muy callado, que le hacía la asistencia poniendo luces y manejando el micrófono.

Te confieso que este muchacho me erizaba la piel. Llegué a pensar que me iba a extorsionar e incluso hasta matarme con sadismo. Él no era homosexual, eran sus ojos, una mirada turbia y perdida que ocultaba quien sabe qué negros pensamientos. Pero le hice caso omiso a estas preocupaciones y me dediqué a trabajar.

Viajábamos en una furgoneta blanca, de aquella productora aficionada llamada Dardo Producciones, pintada con un tiro al blanco y un mensaje que decía: “Un acierto en televisión”. Llevábamos dos o tres actores y actrices que hicieron películas de porno a comienzos de los 90 con Michael Spring Danger, único director de cine triple X de Medellín, al que encontraron asesinado en su apartamento, con el miembro en su boca, hinchado y putrefacto.

Y como plato fuerte arriábamos 5 ó 6 niños y niñas por semana, muchos de ellos alquilados por día en barrios populares a madres viciosas.

Grabamos de todo: niños violando de manera inocente a criollísimas divas porno, juguetonas iniciaciones homosexuales inducidas por algunos viejos verdes que contratamos como actores naturales, orgías entre los infantes, prácticas sadomasoquistas de los actores pornos con los niños; todo un jardín infantil para la enseñanza de la perversión.

Para no despertar sospechas en los lugareños de aquella vereda, que casualmente se llamaba “El Placer”, nos presentamos como una productora de televisión que estaba grabando una serie infantil llamada: “Descubriendo mi mundo”. Para eliminar toda clase de suspicacias, invitamos a las viejas más chismosas y a los desocupados más curiosos como público de una falsa grabación. Hicimos un simulacro de una obra de teatro llena de valores y sabios consejos, que sepultó toda duda sobre el carácter pedagógico de nuestro proyecto. También les llevamos anchetas y mercados a nuestros vecinos más cercanos para cerrar con broche de oro.

Con tal de evitar toda intromisión, construí dos escenarios: uno con honguitos, arcoris, unicornios y hadas, que fuera nuestro aparente set, pero que en realidad era la fachada que ocultaba el set verdadero; un cuarto oscuro y sin ventanas, insonorizado con tres capas de icopor, cajas de huevos y espuma, donde pasábamos varias horas al inclemente calor de las luces. Siempre estábamos rodeados de sudorosos niños en pelota, como querubines sin alas, a los que el encierro y el sofoco les importaba un pito, siempre que pudieran jugar Play Station y devorar comidas rápidas hasta hartarse.

Nuestro precario escenario fue para ellos un estrecho paraíso, rodeado del confort y lujos que la vida les negaba. Y todo a cambio de hacerles prometer que nunca le contarían a nadie lo que hacían allí adentro. ¡Ah… fueron momentos dichosos, en los que vivimos la utopía de un mundo pederasta en perfecta armonía!

Tengo que confesarte que este trabajo se me convirtió en una obsesión artística, casi mística. Y como tal le cobré cada vez más duro a mis clientes virtuales, que salían de la oscuridad como cucarachas alborotadas por baygón. Pero insaciables en su gula, siempre me exigían nuevos y mejorados materiales, más carne fresca, hasta niños de brazos. Para muchos me había convertido en un director de culto, en un artista de un exclusivo y furtivo gueto, como Tim Burton, ese director que tanto te gusta.

Pero cuando la experiencia nos garantizaba productos de alta calidad y generosas utilidades, aquel muchacho, Edison, que tanta desconfianza me inspiró, sacó las garras.

Resulta que una noche fui a la cabaña por unos casetes que había olvidado, y lo encontré borracho y empepado, muy loco. Con la camisa manchada de sangre, y más sangre en paredes y pisos. Muerto del susto le pregunté que le había pasado y fue entonces cuando me dijo que estaba probando finura con unos paracos. Me dijo que ya era lugarteniente de uno de esos grupos y que en adelante iban a utilizar la cabaña como cuartel clandestino. “Este será mi cuarto de juegos, - dijo con un tufo que apestaba a relleno sanitario, mientras me encañonaba con una 38.- Aquí vamos a hacer muñecos”, y se rió con una risa enloquecida.

Me puse pálido, comencé a sudar frío y vomité porque creí que me iba a matar. Yo solo pude preguntarle, con voz temblorosa, “¿Y yo que hago con mi niños?”

“Usted va a seguir viniendo al principio de día para no despertar sospechas y luego se va abriendo hasta esfumarse del todo”, me dijo el desgraciado. En ese momento, un par de tipos salieron del set, con delantales de carniceros y tapabocas de siniestros cirujanos. Llevaban un cadáver partido en pedazos, mal envuelto en bolsas de basura negras, chorreando sangre. Y si piensas que esto es grave luego vino lo peor.

“Como la primera acción de la nueva administración vamos a hacer una huerta”, me dijo Edison, mientras me obligaba a sacar aquellas bolsas, a punta de cachazos en la cabeza.

Mientras cavaba aquella fosa me advirtió en cada palazo: “Usted ya sabe que tiene que comer callado porque le pegamos una torturada que no olvide, y luego hacemos que se pudra en la cárcel donde se babean por culiarse a lacras como vos”. Después me pegó una cachetada que me hizo llorar de impotencia…

Días después no tardaron en cobrarme una impagable vacuna que me obligó a cerrar el lucrativo negocio. Y convertida aquella casa de veraneo en sala de torturas, no tuve más opción que proponerle a Edison que le entregaba la propiedad, mediante una compraventa legal.

Al principio el tipo me dijo que yo lo quería encochinar y me pegó aquella cascada que me dejó en cama dos semanas. Sí mi amor, fue aquella vez que te dije que unos sicarios me confundieron y casi me matan.

Pero una noche como a las tres de la mañana, el tipo apareció en mi casa. Siquiera no estabas ahí porque no sé lo que hubiera hecho. Allí fue cuando me dijo, en mi cara moreteada, que aceptaba la casa. Me obligó a celebrar con él hasta la madrugada y a las 8 de la mañana ya estábamos en una notaría para legalizar la compraventa. Di gracias a Dios. Así yo quedaba limpio de toda complicidad y él pareció salir de una culebra que tenía con otro paraco. Esto lo supe porque el mismo Edison me lo confesó embalado de perico, una y otra vez, toda la noche mientras hacía muecas, todo gato.

Al final Edison terminó por robarme todos los equipos de televisión y exprimirme hasta los tuétanos. Pero no solo me fue mal a mi. Gildardo, su patrón, el dueño de Dardo Producciones, tuvo que entregarle su productora con furgoneta y todo, y perderse de su familia para protegerlos…

Sé que como buen cristiano uno no puede alegrarse con la muerte ajena, pero acumulé tanto odio y pánico, que sentí una profunda paz el día que Dardo me contó que habían encontrado a Edison, en la misma casucha, todo descuartizado, con un mensaje en el torax marcado a puñal, que decía: “Esto por cojer lo ageno”(sic).

Lloré muchas noches porque pensaba que todo esto te iba a alcanzar tarde que temprano. Y pensé que estaba acabado cuando la Fiscalía comenzó a investigarme. Sentí que te podría perder sin la oportunidad de explicarte lo que pasó realmente. Y por eso fue que, con todo el dolor de mi corazón, te dije que lo mejor era terminar, porque lo nuestro no iba para ningún Pereira.

¿Recuerdas? Nos distanciamos ese par de meses, privándome incluso del sosiego que me da escuchar tu voz. Esos días sin ti fueron el peor de los infiernos, en el averno que ya estaba viviendo.

Con el avance de la investigación se dieron cuenta que yo había vendido legalmente la propiedad, que no tenía en mi poder ninguna pieza de pornografía (porque quemé toda evidencia), y que los testimonios de los vecinos de la vereda El Placer hablaban maravillas de nosotros (de algo sirvieron los mercados). Incluso me permitieron mostrar unos cuantos capítulos de la serie infantil, pletórica en valores, y de milagro quedé absuelto.

Pero aún así no podía estar tranquilo. Paranoico de una represalia de los carniceros de Edison, pedí que me ingresaran al programa de protección de testigos. Y por eso fue que volví a buscarte con otro nombre, otra residencia y otro carro, aunque también era cierto que mi cambio de nombre, que tanto trabajo te ha costado aprender, también simboliza una nueva identidad para darte una nueva vida, mi amor.

Por aquellos días tuve que disimularte mi bancarrota, pidiéndole prestado al corrupto de mi papá unos cuantos millones. Traté de enderezarme prestando plata a interés diario, con lo que tu llamas agiotismo gota a gota, que detestas porque se desangra a incautos miserables. Ya sé que es reprochable pero gracias estos pobres fue que me levanté, y podremos hacer realidad el matrimonio de tus sueños en Villa de Leyva.

Sé que estás aterrada, pero el asunto no acaba aquí. Debo aclararte que además tengo mis vicios. Todos los días desde los quince años fumo marihuana hasta 10 veces por día. Meto perico todos los fines de semana en la noche, y me pego severas embaladas por épocas, sobre todo cuando no estoy contigo y me deprimo. El bazuco lo consumí durante los primeros 6 meses contigo, pero lo dejé. Vos misma sos testigo de cómo me tenía de chupado y ojeroso. Y lamento haberte dicho que sufría de un extremo caso de parásitos intestinales.

Todo este agite me dejó completamente solo y desorientado. Me ahogué en el alcohol y traté de comerme a las mujeres de mis mejores amigos. Por eso mis únicos amigos son los tuyos. Y en especial tus amigas.

Sé lo que estás pensando. ¿Te estás preguntando por Verónica? Pero te quiero aclarar que con Verónica todo ha sido diferente. Si es verdad que a todas las mujeres las he tratado como putas, tú eres la excepción inmaculada, la reina madre, la madre virgen. Mientras que Verónica… Verónica es la ilusión, el amor platónico, la intocable, la chica que lleva tatuado en el aura: “Peligroso. No abrir”. Y sin embargo, es el tipo de mujer que justo dan ganas de abrir como una caja de pandora.

Lo sé mi amor, sé que esto te suena muy bajo, entiendo que digas que ya no lo soportas más, pero te pido un último esfuerzo para poderte contar todo.

Por Dios y por ti que es lo que más quiero en el mundo, te juro que durante los 3 años que viviste con ella nunca le toqué una mano. Fui el mismo hombre rígido de siempre, todo un caballero, como tú decías orgullosa… hasta ayer…

Por favor, no llores y déjame explicarte lo que realmente pasó. No llores que me dan ganas de llorar y tu bien sabes que cuando lloro no paro. Por favor, amor, aguanta las lágrimas para que veas que a pesar de mis bajezas, solo te he amado a ti en la vida.

Por respeto a ti, durante todos estos años tuve que controlar mis impulsos carnales hacia Verónica, sobretodo en las mañanas en las que ella salía a la cocina con el cabello revuelto, vestida con esos apretados calzones cacheteros y sus diminutas camisillas que sugerían el relieve de sus erectos pezones matutinos. Tuve que hacerme de tripas corazón para no internar mi mano en su jugosa vagina. Porque siempre aguanté en esas noches que bebíamos en tu casa y caías dormida como roca, dejándonos solos.

Esas noches terminábamos hablando de sexo de formas tan intensas, que en más de una ocasión sentía como ella, ebria y caliente, se iba al baño y se masturbaba ante mis lascivos comentarios. Pero nunca nos tocamos. Una sola vez ella traspasó aquel límite tácito que nos impusimos y comenzó a masturbarme por encima del pantalón mientras su lengua viscosa envolvía la mía. Pero aquel día estaba tan exhausto de sexo callejero que la aparté fingiendo prudencia y recato.

Después de eso, ofendida por mi rechazo, no desperdició oportunidades para calentarme cuando tú dabas la espalda. Con excitantes y cuidadosos movimientos me rozaba con sus pechos, me estregaba su culo, su apetecido y generoso culo de potranca mulata, y hasta me acariciaba el pene con suaves roces bajo el resguardo de las sombras, solo para darme casquillo y sacarme de mis casillas. Sus provocaciones llegaron a hacer que pensara en jodérmela, más que a ti, e incluso, víctima de su juego despiadado, iba a tu casa antes de que llegaras del trabajo para incitarla a masturbarse frente a mi. Sólo Dios sabe el vértigo que sentía al saber que podías llegar en cualquier momento; que curiosa exitación me daba verle sus labios carnosos acariciados por sus dedos largos, y que temor me daba sentir el tintineo de tus llaves abriendo la puerta, mientras nuestra Verónica corría al baño con los calzones abajo. ¿Te acuerdas de esos días que llegabas y me metías a tu cuarto de un tirón, al ver la cara de paisaje de tu compañera de alquiler?... Te acuerdas que me decías que desconfiabas de ella porque pensabas que se me estaba insinuando y yo te tranquilizaba diciendo que ella no era mi tipo…Pues eso es verdad; ella, morena salvaje, indómita y deliciosa, gata siempre en celo, despertó mis apetitos pero no saciaba mi gusto y por eso nunca dejé que me tocara, aunque sintiera que estaba a punto de tirármela como un mandril.

Gracias a Verónica recuperé aquel morbo inocente y contenido que creí extinto por mis excesos. Gracias a sus provocaciones renové mi apetito por ti, en quien descargaba las ganas que ella encendía y sin embargo, cuando te hacía el amor, tú borrabas todo recuerdo ajeno. A muchas me las he comido, con otras he experimentado el meloso néctar de los excesos, pero a ti y solo a ti te he hecho el amor. Siempre te hice el amor, sumergido en un placer reposado, contemplativo, profundo y lleno de adoración. Entonces comprendí que uno se puede acostar con cualquiera pero solo se puede dormir con quien se ama.

Y mira el alcance de mi necedad, aún sabiendo esto, ayer, mientras te quedaste dormida viendo aquella película de muñequitos que tanto te gusta, fui al baño y en la puerta me topé con Verónica… Porque sé el dolor que te causa saber que alguien tan cercano te haya hecho tanto daño, solo diré que le tapé su boca y la penetré con furia y violencia por atrás. Y lo hice en el mismo baño en el que tantas veces nos reímos, tu y yo, enjabonándonos.

Fue como una violación consentida, y para que lo voy a negar, fue más intensa que mis fantasías más recónditas. Supe que ya había traspasado el último de los límites y cuando eyaculé comencé a llorar inconsolable como un niño que ha perdido a su madre. Aquel llanto limpió mi espíritu, y la culpa que sentí sólo reafirmó el deseo de estar contigo, bajo tu amparo y resguardo por el resto de mi vida.

Sé que no lo vas a entender, pero aquel momento fue para mi una despedida a mi vieja vida, una bendición que me hizo valorarte como el regalo más preciado que me ha dado la vida. Aquella última traición te volvió invaluable…

Ahora por favor no culpes a Verónica. Ella solo quiso jugar con fuego y salió quemada. Si no te dijo nada es porque yo le imploré que no lo hiciera. Quise asumir toda la responsabilidad. Antes debo agradecerle por lavar mis heridas y darme el valor para confesarte todo.

Hoy estoy seguro, y te lo digo con toda la sinceridad que le queda a este corazón, que mi mayor crimen no ha sido contra ti, porque después de todo eres lo único que he amado de verdad; y si te fui infiel, jamás te fui desleal…

Por eso sé que aparte de las patadas que le di a uno que otro marica, que esa niña de 12 años a la que sometí a mis caprichos, y que los infames robos de agiotista, no son más que pequeños errores. Mi mayor crimen fue lo que le hice a Edison…

No, no es a ti a quien debo pedirle perdón infinito, sino a él… pero qué más podía hacer… ¿Si no lo hacía?... me iba a destruir, te iba a destruir… No sabes cuanto temí cuando llegó aquella noche a mi casa y vio tu fotografía en el nochero… No sabes como me irritó sus amenazas de hundirte en mi viscosa vida… Cualquier cosa que hubiera hecho conmigo me hubiera parecido justo, pero la sola idea de que pudiera hacerte el menor daño, despertó en un mi una sed insaciable que terminó convirtiéndome en un animal resentido, que solo pudo saciar su ira pagando a otros salvajes para tomarse la suya “por cojer lo ageno”… y todo por mantenerte a salvo en tu ignorancia…

por eso te cuento todo, porque su sangre es una mancha indeleble, porque ahora más que nunca necesito saber que me amas a pesar de este error imperdonable, porque solo tu consuelo podrá redimir el dolor que me inunda, por eso solo te pido un abrazo para que llenes este vacío…

En ese momento ella abre los ojos, y despierta. Lo ve a él llorando, sentado en la cabecera de la cama, mientras desliza los dedos en su cabello.

¿Qué te pasa mi amor?, le pregunta ella, conmovida

Nada- responde él, entre suspiros,- solo te veía dormir

¿Y en que pensabas?

Pe… pensaba en lo feliz me haces

Tontico… ¿Y por eso llorabas?

No, bueno, si, pensaba en lo maravilloso que todo sería si yo fuera otro.

1 comentario:

  1. carajo que intenso!
    me gusto mucho, Dios es la 1:24 de la mañana, muero de sueño pero cosas como estas son las que te agarran y no te dejan dormir

    gracias

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