viernes, 5 de marzo de 2010

Tocó...


Abro los ojos de golpe. La luz inunda mi pieza. ¿Qué día es hoy? Jueves otra vez. Me cogió la tarde. Busco el pantalón en el piso. Meto la mano en el bolsillo y saco el celular. Nada. Descargado otra vez. Me levanto de un solo tirón para prender el televisor. Verifico la hora en el noticiero de RCN. 7 y 50 de la mañana… Resumen de los titulares del día: Sigue en vilo el candidato que apoyará el Presidente para reemplazarlo… Continúa el paro de transportadores en Bogotá. Y yo debo estar en la Universidad de Medellín para dictar la clase de Guión a las 8. Tarde otra vez…

Eso te pasa por ponerte a escribir cosas para tu blog hasta las 3 de la mañana. ¡Pasé bueno! Pero nadie te paga por eso. Nadie te lee; me recrimino, busco aterrizar y poner los pies sobre la tierra.

Ya no alcanzo a llegar, me digo mientras prendo un cigarrillo. Si no estuvieras fumando ya estarías vestido; alboroto la ansiedad como si fuera un hormiguero; despierto la culpa y me doy impulso.

Y sin embargo, me dan más ganas de no ir. El martes digo que me enfermé, imaginó el pretexto… Estoy cansado de dar excusas para ocultar que siempre llego tarde. Ya nadie me cree. “No es que no podás llegar temprano, es que siempre te la ingenias para llegar tarde”, recuerdo que eso también le decía Sammy a Romero… ¿Por qué siempre la pensás tanto?... ¿Será que alcanzo a llegar?...

No hay tiempo para bañarse. No me voy a ir sin bañar… eso se nota. Voy a estar a frente de 20 estudiantes con el pelo aún mojado y cara de dormidos. Me quito la ropa mientras camino, ¡Como superman! Prendo la llave. Baño de Gato. Ya no hay jabón. No importa. Salga de la ducha, no se quedé ahí contemplándose en ese chorro delgadito y caliente. Tampoco hay toalla. Suba a la terraza, así, bien bonito, en pelota y chorreando agua por toda la casa. La toalla está empapada. ¿A que horas llovió?... Apúrele. Séquese con la camisa de ayer. Qué pereza, no queda uno bien seco. Eso le pasa por descuidado. La camisa apesta a cigarrillo. Hay dejar de fumar. Un día de estos. Quedo oliendo a sudor trasnochado.

No piense. No hay ropa interior limpia. Póngase los de ayer. Pero los de ayer son también los antier. No hay más. Quien lo manda. Póngase el mismo pantalón de ayer, es bluyin y no se nota. La primera camisa que coja; así no combine. Sólo hay arrugadas. Tenés que llevar la ropa a lavar donde tu mamá. Valiente gracia vivir solo, sin lavadora, dejando que la mamá todavía le lave a uno los calzoncillos. No importa. Échese desodorante. Manche la camisa con el roll-on. Échese talco. No hay. Hay que comprar talco… hay que comprar mercado para llenar esa nevera alguna vez, sino pa´ que nevera, no hace sino gastar luz.

Acordate que tenés que pagar los servicios antes de mañana porque ya van dos meses y te los cortan. Hay que pedirle plata prestada a mi mamá… Eso lo resolvemos cuando vaya a almorzar a su casa. Si es que vas. Llevas dos semanas sin pasar por allá y a duras penas la llamás.

Después nos lavamos los dientes. No hay tiempo. Qué vergüenza, ese cepillo ya parece un soco de escoba y por mucho que exprimás ese tubo de crema dental, ya no da para más.

Coja la carpeta, cual de todas es… ¿Otro cigarrillito? Me río de mi.

Deje la cama sin tender. Baje las escalas y corra al carro. Caca de paloma en el capó. Malparidos pájaros me la tienen velada. Saque las llaves. ¿Las llaves?

Devuélvase. Suba las escalas. Entre a la casa. Busque las llaves en pantalón… No están… Mire bajo la cama. Pues ya pa´que ir… ya no alcanzo. Las llaves… Por fin.

Baje las escalas. Corra al carro y súbase. No hay tiempo de poner el radio. Dele “estarte”. No prende. No hay gasolina. Tenías que tanquear gasolina ayer por la noche, cuando volvías a la casa. Con qué plata. Vea a ver si le prende en gas. Bombee el tanque, húndale el “cloch” a ver si de pronto. Dejá de ronronear carro malparido y prendé. Enciende el carro. Queda un puntico de gas. ¿Será que me da para llegar?... ¡Acelere!

No se vaya por la ochenta. Hay mucho taco. Coja el atajo. Suba dos cuadras, váyase por la canalización… Espere que pase los carros… Un carro, dos carros… ocho carros. Qué pasa… por aquí casi nunca suben carros… Mire hacia abajo. Cierre en la avenida 80 por trabajos. Desvío. Hombres trabajando. Disculpe las molestias. Eso te pasa por salir tarde. Siquiera no me fui por la Ochenta. Un día de estos te va a dar un paro cardiaco por tanto acelere. Concentrémonos. Cual es el tema de hoy. La línea argumental, la historia arco. Por fin… acelere. Suba por el colegio, cuidado con esos niños, pare… Mire a estos donde les da por pelear… Pasen pues rápido cagones de mierda. Arranque… Nononono… espere que pase esa viejita. Justo lo que faltaba. Pito de taxista atrás. ¡Que querés que haga cabrón, le paso por encima!...

Voltee a la derecha y siga hasta el semáforo de la 30. Hágase detrás del tercer caro para el giro a la derecha. Este semáforo nunca dura en verde… ¿Será que alcanzo? Más bien vaya ganando tiempo… Historia arco y qué más… No sé. Ahí veremos… Mire el semáforo… ¡Verde!... que no cambie que no cambie… Amarillo. El tercer carro apenas arranca. Apurale pues Guevón, y me siento como el taxista de atrás. Rojo. No importa, rápido, voltee a la izquierda por la 30 para arriba. Mire el semáforo que viene. Está en verde… Éste como se demora en rojo… ¿Qué horas serán? Ocho y que… Métale toda… Que siga en verde, que siga en verde, que siga en… ¡Rojo! Maldita sea. ¿Será que me lo robo? Adelante un poquito y hágase el bobo. Espere, espere… Frene en seco. UF casi me da esa volqueta. Hágase el bobo. No le responda. Piense: “Más lo será la tuya, gran malparido”. Bueno, ya casi llegamos… siquiera vivo a 5 minutos y tengo carro… Unas cuadritas y ya…

Haga cábalas. Que llegue a las 8:15, deje el carro frente a la universidad. Maldito pico y placa, me toca justo los días que doy clase y no me dejan entrar a la universidad. No importa, deje el carro afuera. Donde siempre. Aprete el culo y apure el paso. 8 y 20 que llegue al bloque 15. Y entre al salón de clases como bravo, saque el marcador y comience la explicación de una… Cual es el tema de hoy… Ah si la línea argumental… antes de empezar diga que el carro se le varó, que qué pena pero que esto no va a volver a pasar, aunque siempre pasa.

Y yo que dizque iba a tomar la clase de 6 de la mañana, para cambiar la vida de tajo, para vivir como la gente normal, para que el día rinda más porque ya no alcanza el tiempo para tanta vuelta que uno tiene que hacer, para tanta cosa que uno quiere hacer y ya no puede porque el tiempo ya no alcanza. “El terremoto en Chile movió el eje de la tierra 8 centímetros y los días serán más cortos nosecuantos microsegundos”, recuerdo que leí en el home de mi correo Yahoo. Y como va a alcanzar si vivo embolatado. Mejor deje de pensar pendejadas que ya cambió el semáforo y el puto taxista sigue pitando detrás de vos. Dale paso. Ni mierda. Que se aguante, quien lo mandó a salir microsegundos más tarde que yo.

Presione el acelerador. No se puede. Hay un policía acostado, dos, tres, cuatro, seguidos. Qué le hacemos. “Como en todo, hay mucho policía porque todavía hay mucho atarván”, pienso.

Por fin, la portería de la Universidad al fondo. Y allí al frente, una grúa del tránsito está subiendo un carro, mientras otra grúa sale con otro carro del mismo sitio donde siempre parqueás. De pronto, un tráfico, “azulito como pitufo”, dos tráficos, tres, cuatros, cinco tráficos. Maldita sea. ¡Es que hay una convención! Justo les dio hoy por hacer batida. Están alborotados como cucarachas con baygón. ¡Ni que viniera el presidente!, pienso.

Y me acuerdo, como siempre me pasa en estos casos, de aquella calcomanía de los buses: Una rata atrapada en una ratonera, mientras otro ratón le está dando por el culo y una fila de ratones esperan turno detrás. La rata atrapada, dice en un globito: “Cuando uno está de malas, todos se aprovechan”. Así me siento. Cuando uno está jodido lo malo se apeñusca. Hay que parquear como sea. Ya.

De repente, me encuentro a una estudiante, monita, de gafas, que apenas va a entrar a la universidad. Bueno, al menos no voy a ser el único que llega tarde. Trato de parquear en una calle. Profe no puede parquear ahí, se están llevando a todos los carros. Trato de mostrar calma en mi afán ¿Y que es lo que pasa pues?. Es que viene el presidente, me dice. Me río. No puede ser verdad. ¿Y entonces dónde puedo parquear…? Yo no sé profe, yo vengo en bus. Mire, hágame un favor, dígale a los muchachos que me esperen que ya voy. Listo, al menos sé que los estudiantes van a estar cuando llegue al salón. Que no voy a perder la venida.

Deje pensar guevonadas y mejor busque un parqueadero detrás de la Universidad, donde lo parqueaba el semestre pasado. Preguntale a ese man de dulceabrigo rojo, donde podés dejar el carro. No hay espacio. Defiéndase como pueda. Mirá a ver si en esa calle de bajada. Imposible que lo tráficos vayan por ahí… Vas a dejar el carro una hora y media nada más. Y hay uno, dos, tres carros parqueados; si me van a llevar me llevo a tres inocentes conmigo, y me río. Por fin… un espacio. ¡Bendito sea mi Dios!... ¿Qué horas serán?… Como las ocho y media ya… Qué pena. Bueno al menos ya tengo otra excusa… los tráficos casi se me llevan el carro. No, mejor, casi no consigo Parqueadero. No, mejor la primera.

Suba el vidrio. Coja la carpeta y salga derecho. “Y apure el paso mula hijueputa…” No le pusiste seguro al carro. ¿Sera? Seguro que no. No me acuerdo. Deje así. No. Mejor devuélvase. “Recuerde que el seguro de su carro, por ser modelo 96, solo le cubre daños a terceros y no se responde por pérdida o hurto del vehículo”. Vaya que se lo roben a uno pero… ¡A quién se le va a perder un carro!, eso pensás, mientras te devolvés. Sentís mucha rabia con vos por someterte a estos vejámenes. Llegás al carro y, para colmos, si tenía puesto el seguro. ¡Donde mantenés esa puta cabeza!, te volvés a reprochar. Caminás con el pasito ridículo de marcha olímpica. Desde afuera debés parecer un maricón a la carrera, o peor aún, que vas cagado. Mejor deberías correr, se ve más bonito, menos patético.

¿Acaso no estás cansado de que la gente siempre te vea apurando el paso, chorreando sudor en la cara, bufando como un perro viejo, ya sin aliento? No es hora para cantaletas. Llegue como sea a la portería. Andá sacando mejor la lista de estudiantes para demostrar que sos profesor. No tenés carné, porque tampoco has ido a tomarte la foto en el centro en un mes. Y ya no fuiste. Otro semestre sin carné. Por fin la portería.

¡Pero que es esta fila tan impresionante! Por ahí 15 personas, todos con carné en la mano, dicen en el primer cordón de seguridad, los vigilantes. Muestre el bolso, en el segundo cordón de policías. Esto se va a demorar. Hágase el guevón y métase en este huequito, aproveche que esa muchacha está mirando para atrás. ¡Métase! Listo, se ahorró la fila. Muestre la lista de estudiantes y diga lo de siempre: “Soy profesor nuevo… y todavía no me han dado el carné”. Ves que el vigilante te repara. Lo ve es a un tipo con barba, enjuagado en sudor. Te deja pasar. Al menos el descuido de no afeitarte desde hace un mes sirvió para algo.

Con los policías no hay bolso que mostrar porque solo llevas una pobre carpeta de cartón, llena de papeles. Y entonces te acordás… Te ibas a levantar a las 5 y 30 de la mañana a revisar los trabajos de los estudiantes. La noche anterior te habías prometido escribir en el blog, con la condición de que ibas a madrugar para calificar los trabajos que te entregaron hace una semana. Pero la calificación la habías pospuesto una y otra vez, porque apenas estamos empezando el semestre, qué afán, y porque todas las noches siempre fue mejor ver una película Online, gratis, pirateada, ciclo de los hermanos Cohen. Mañana le saco tiempo y califico, te dijiste sin cumplir ni media.

Por fin entramos… en dos minutos estamos en el salón. Sólo falta subir 4 pisos y listo. Se acaba por fin este sufrimiento. Primer piso: ¡Qué manera de sudar… sudás hasta silbando! Hay que dejar las pizzas a domicilio y esta vida tan sedentaria. Mañana madrugo a trotar. ¡Si, como no! Suba las escalas.

¡Si es que hay mucha muchacha sabrosa en esta universidad. ¡Qué delicia todas!, esta es la mata… hasta las feas están bien arregladas y tiernitas para hmmm… Es que a uno aquí no le pagan por enseñar, sino por aguantarse las ganas.

Segundo Piso: Cómo me gusta esa niña monita que se sienta al frente, la de pelo cortico, qué carita, que teticas, que culito, qué pena que siempre me vea tan sudoroso, y con los dientes curtidos y manchados de tanto fumar. ¿Ya tendré alitosis?, ¿será que también me da piorrea y se me van a caer los dientes como a mi papá? Dios no lo quiera. Pero sos igualito: Borracho y dejado.

Tercer piso: Acordate que uno no puede meterse con estudiantes. Qué va… todos los amigos profes se han comido a estas niñas. ¡Ay que Rico! Hasta te han contado que el Decano, el mismo que lo prohibió, tiene su pecado. Qué falta de mujer, qué ganas. Si al menos hubiera plata para putas, pero no… hay que esperar hasta fin de mes.

Tercer piso: Si seguís así te vas a quedar solterón. Hay que dejar esa fumadera a ver si levantamos. Aunque sea una gordita, una feíta pues, esas son las más calientes. Mejor déjese de atormentar, que para desahogos está el You Porn.

Cuarto Piso: No podés respirar. Pero no pare, ya va a llegar. Si no fuera por Uribe no estaría llegando tan tarde. ¡Cómo lo odio! Y recuerdo aquella foto que me mandó Miguel por internet: Uribe sostiene una pistola en su sien. ¡Adelante Presidente!...

Adelante vos cabrón que ya llegaste. Pero… no puede ser. En la puerta está Mauricio… Mauricio qué… el jefe de programa… Mauricio Vélez… ¡Como el presidente Uribe Vélez!... ¿Qué hace aquí…? Lo que me faltaba. Ley de Murphy: “Si algo empieza mal, puede terminar peor”.

Rápido, rápido, inventá una excusa: “Que pena Mauricio,- finge malestar y calma- pero es que se me varó el carro y casi no llego” ¡Ouch! “… Y para acabar de ajustar vos sabés como está la entrada con lo del presidente…! Tranquilo, me dice, mientras me da la mano. Seguro me ve tan sudoroso y agitado que me cree. La verdad es que no. No me cree y se le nota, pero no le importa.

Bueno, lo hecho, hecho está… “Vivir es esforzarse”, como dice Porfirio Barba Jacob.

…¿Y en que te puedo ayudar, Mauricio? “Mirá Francisco. Dentro de la universidad tenemos a un amigo; un profesor de derecho, que se está lanzando a la Cámara de Representantes... -¿Y yo que tengo que ver?, te decís mentalmente. - ... Lo que queremos es invitar a los profesores para que nos ayuden a recoger firmas en esta época (electoral), con sus familiares y amigos, para lograr un respaldo a la Universidad. Vos sabés lo importante que es para “nuestra” institución tener un amigo en esas posiciones y te agradeceríamos mucho que nos pudieras colaborar. Mirá. Aquí te dejo una planilla para que la llenés este fin de semana y me la podés dejar en la oficina el lunes. Espero que entendás la valioso que es para “todos nosotros” participar con proyectos de ley que mejoren la educación y fortalezcan la universidad”.

Listo. Recibí la planilla, que “Lo cortés no quita lo valiente”, como dice tu mamá. Que no se te vaya a salir el revolucho tira piedra de la U de A. “Listo Mauricio, muchas gracias”, ¿Gracias de qué?, ¿De que no te hagan un memorando por llegar tarde? Eso sería mejor, menos comprometedor. Ya tenés que conseguir firmas y ni siquiera ha empezado tu jornada laboral.

Mirá hacia el salón para que le des a entender que esta conversación termina ahora mismo. “Bueno Mauricio, yo voy a tratar de hacer lo posible”… Eso es, salí del paso, con gallardía y nobleza.

“Yo sé que contamos contigo… y mirá, llevate estas tarjetas para que las repartas”… Me entrega un fajo de 20 tarjetas. ¡Y yo que voy a hacer con todo este tarjeterío!, pienso, mientras las miro de reojo: En la esquina izquierda hay un tipo gordo, posando en plano de busto, está calvo, como yo voy a estar yo en unos pocos meses, de gafas, medio sonriente, con chaqueta gris y corbata roja. Frente a él, unos textos:

IVAN DARÍO AGUDELO ZAPATA.

Cámara de Representantes

Abajo el logo del partido Liberal y al frente, un recuadro con el número 105, ambas marcadas con una X. Debajo de cada cuadro la palabra “Marque”

Y abajo el slogan: “¡EDUCACIÓN es DESARROLLO!”

En el respaldo de la tarjeta, el nombre del candidato más vistoso, con los mismos cuadros debajo pero más grandes, sobre un fondo de franjas rojas y blancas.

“Muchas gracias Francisco…Y te esperamos en el acto del Presidente”, termina por decirme Mauricio, igual de cordial.

Por fin entro al salón. Ni modo de tomar lista, sería un descaro. De nuevo les pido disculpas por llegar tarde. Le echo la culpa al presidente y a su operativo. 8:29 de la mañana. Aunque los estudiantes se muestran comprensivos, esta vez no me siento mal por la demora ni por el pretexto. Lo que me revienta es la obligación “voluntaria” que adquirí con la Universidad, aquel compromiso “forzado” con la democracia. Y justo a mi… que ya no creo en nada. Que estoy por nada en estos días. Que a duras penas vivo como vivo. Pelado y de milagro. Sin mujer y antojado de todas; desesperado porque al menos una me pare bolas; la que sea.

Por una mujer, sí que conseguiría firmas, las que fuera… sería capaz de recoger yo solo firmas para una referendo reeleccionista y vitalicio, hasta para Uribe,. Cumpliría todas las exigencias legales que los amigos del presidente no pudieron, y hasta me daría para una Asamblea Nacional Constituyente otra vez. Pero no me pidan que recoja firmas para un político, por favor.

A ver, ¿dígame que político me va a pagar quincenalmente para que no falte el efectivo, qué político me asegura parqueadero dentro de la universidad en pico y placa, que político me va a llamar a las 5 y 30 de la mañana para que me levante a calificar trabajos y que no me coja el día. Dígame quien, Ah? Eso pienso, así de ramplón, mientras empieza la clase.

Con lo orgulloso que soy, ni modo. Hasta me cuesta pedirle prestado a mi mamá para la gasolina. Me resigno a comer pastas con atún, y huevo revuelto, para que no tener que escuchar el sermón de qué para qué me fui de la casa, a sufrir a la calle, si nadie me echó.

Si me cuesta pedírle el teléfono a una mujer; qué voy a andar por ahí, haciéndole mal ambiente a mis amigos... ¿Con que cara voy a pedirles que apoyen a un tipo que no le sabemos ni su programa ni sus mañas. Además los únicos amigos que me quedan son punketos, anarquistas, izquierdosos y apóstatas. No señor, yo no me voy a ganar una pateada de mis amigos por culpa de ese calvo.

Bueno, quizás la familia me de su apoyo... No mijito. ¡Peor! Ni se le ocurra pedirle a sus hermanas que firmen... ¿Para qué? Para que me saquen en cara este “favorcito” con otro favor peor. Mínimo termino en una reunión para vendedores de Herbalive con Alejandra o acompañando a una misa de sanación a Marcela.

Si fuera pobre, de verdad pobre, al menos con un mercadito y un bulto de cemento resolvemos el problema ético. Pero no señor, que conmigo no cuenten.

Y sin embargo, voy a llenar esa planilla, eso sí. Voy a poner todos los nombres del elenco del Chavo del Ocho; como hacen los verdaderos próceres de esta patria, cada vez le piden una firma. Y los voy a poner en orden de aparición:

Maria Antonieta de las Nieves

Carlos Villagrán

Ramón Valdés

Florinda Meza

Edgar Vivar

Rubén Aguirre

Angelines Fernández

Horacio Gómez

Raul “El Chato” Padilla

Roberto Gómez Bolaños

Hasta me voy a conseguir el nombre real de Jaimito “El Cartero”, de la que hacía de Paty, la novia del Chavo, y de su mamá, de la que estaba enamorado Don Ramón. Hasta voy a poner el nombre del ladrón que apareció como en dos capítulos no más.

Luego voy a seguir con todo los nombres de los personajes del Chinche, y de la planta clásica de Sábados Felices, que ya todo el mundo olvidó ¿O alguien se acuerda acaso del maestro Salustriano Tapias o de Eutimio Polanía? Es más, con estos últimos que son colombianos, los voy a poner tal cual: Chinche Ulloa, Mocho Sánchez, Flaco Agudelo y Príncipe de Marulanda, así como suenan. Al fin y al cabo, si los políticos son capaces de poner a votar a los muertos y a recoger firmas a pobres maestros de cátedra, ¿Por qué yo no puedo poner a humoristas a apoyar políticos?

Así que siga la clase. Los trabajos se los entrego la próxima semana y… ¿cuál era el tema?… Ah si, la línea argumental.

Así todos felices. Los estudiantes a sus clases y los profesores a su proselitismo regalado. Porque voy a dejar esa planilla llena, como ningún otro profesor de Cátedra. Es eso o marcar calavera... y quedarme sin trabajo para el próximo semestre. Porque con lo llevado que estoy…. tocó.

3 comentarios:

  1. Hola pacho... escribiste en mi blog pero creo que estabas escribiendole a otra persona porque lo encabezas con el nombre de daniel. jejejej.

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  2. Jejejejeje. Y hay gente que cree que los profesores no se ganan la vida con el sudor de su frente.

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  3. Pacho!!!
    que genial, siempre crei que los profesores eran unos desocupados, despues de ir a varias casas de algunos de ellos, me encanto, me sacaste como mil carcajadas y carajo!!! yo te leo, cada punto, cada coma y hasta cada espacio es para mi como soplo de vida ^^ que genial leerte, gracias por no privarnos de tus trapitos

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